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Cruzar
el Ebro fue siempre una tarea difícil pero necesaria. En la época
de estieja, cuando el río lleva menos agua, el Ebro se podía
atravesar por zonas menos profundas y bien conocidas llamadas vados,
por las que hombres y caballerías se adentraban para cruzar el
río.
Muchos han sido los puentes que Zaragoza ha construido sobre el Ebro desde la época romana, en la que ya existía un importante puente - acueducto en el actual emplazamiento Puente de Piedra. Estaba situado frente a una de las puertas de la ciudad, alineado con su calle principal, el Cardo. Este puente era fundamental por ser el único que cruzaba el río en kilómetros a la redonda y probablemente el único entre Tudela y Tortosa, permitiendo el paso hacia el Pirineo y las Galias. Sin embargo este puente era presa fácil de las inundaciones y tuvo que ser reconstruido en varias ocasiones por lo que durante todo el siglo XIII la ciudad demandaba un puente de piedra que por fin se inició en 1.336 y no se terminó hasta 100 años más tarde en 1.437. durante siglos sólo el Puente de Piedra, obra medieval de costosa y dilatada ejecución, sirvió de paso entre la margen derecha e izquierda de la ciudad y de comunicación entre el centro y el noreste de España. La riada de 1643 provocó el desplome de las arcadas quinta y sexta, lo que se recoge en el cuadro de Velazquez y Mazo de 1647. En 1813 las tropas napoleónicas destruyeron la última arcada, junto al Arrabal, al abandonar la ciudad. |
Vista actual del Puente
de Piedra
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Leones situados al
principio y final del Puente de Piedra
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A
lo largo de los siglos Zaragoza tuvo otros muchos puentes que fueron destruidos
por la fuerza de las aguas del Ebro, carente de regulación en épocas
pasadas. Pontones y puentes de tablas, en ocasiones de efímera
vida, fueron muy utilizados hasta finales del siglo XIX, ya que hasta
entonces Zaragoza no disponía para cruzar el río más
que de un puente de obra, el Puente de Piedra, siendo el de la Almozara
de uso ferroviario.
La calle del Puente de Tablas, en el barrio de Jesús, en la margen izquierda del Ebro, entre el Puente de Piedra y el de Hierro, nos recuerda el que allí hubo durante mucho tiempo y que subsistió hasta la construcción del Puente de Hierro.
La necesidad de más puentes motivó la construcción del Puente de Santiago en 1967. Los obreros que construyeron sus cimientos trabajaban en turnos cortos, ya que lo hacían en habitáculos a presión, en el interior del cauce del río, para evitar que penetrara el agua.
El crecimiento de Zaragoza hizo necesaria la construcción de nuevos puentes como el Puente de la Unión o de Las Fuentes, inaugurado el 7 de octubre de 1989 y el único que no se apoya en el cauce del río. |
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