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La construcción del monasterio se inició en 1651,
año en el que se colocó la primera piedra del conjunto.
No obstante, las obras no comenzaron a avanzar hasta la llegada del
Prior Antonio Gascón (Padre Profeso de la Cartuja de Aula Dei
y Superior de la Concepción en los años 1661-82 y 1686-1694)
que se encargó de impulsar la edificación. La fábrica
del monasterio, en la que trabajaron numerosos operarios, incluso
"maestros sin examinar" por autorización del ayuntamiento
de la ciudad, se dilató básicamente durante toda la segunda
mitad del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII, siendo un
año clave el de 1731, fecha en la que se consagró la iglesia.
El monumento quedó concluido en 1767, año en el que los
cartujos declararon que el conjunto estaba definitivamente terminado
y que sólo faltaban por perfeccionar nueve celdas del lado Este
del gran claustro. Entrada la segunda mitad del siglo XVIII, los monjes
quisieron mejorar y reformar algunas de las dependencias del monasterio
tales como la Celda Prioral (1767), la iglesia (1780) y la bodega de
la hospedería (1791). De todas estas reformas, la del templo
fue la más importante ya que llevó consigo la renovación
de todo su interior. Iniciada en 1780, fue realizada por el hermano
cartujo Joaquín Gracián, antiguo maestro de obras, que
se encargó de la arquitectura, y por el pintor Ramón Almor,
también miembro de la comunidad, que se dedicó a la decoración
pictórica de muros y bóvedas.
Tras los destrozos ocasionados por la Guerra de la Independencia y por el abandono del monasterio en los años 1820-23 (Desamortización del Trienio Liberal), los monjes se vieron obligados a rehabilitar el monasterio, siendo la iglesia conventual de nuevo consagrada en el año 1827.
De todas las dependencias de la cartuja, como es habitual, hemos de destacar
sobre todo la iglesia, en especial su interior. Presenta una estructura
muy simple consistente en una planta de cruz layina de una sola nave con
una interesantísima Capilla del Sagrario detrás de la cabecera
(similar a la que se encuentra en la iglesia de Aula Dei), capilla típica
y característica de las cartujas españolas y "celda"
del Cuerpo de Cristo, primero entre los cartujos. Dicho templo se cubre
con bóvedas de cañón con lunetos, a excepción
del crucero que presenta cúpula semiesférica. Estas cubiertas
aparecen decoradas por unas interesantes pinturas murales ejecutadas por
el citado fray Ramón Almor, en las que hallamos una iconografía
similar a las pinturas de las bóvedas de la iglesia de la cartuja
de Nuestra Señora de las Fuentes. Los temas, representados con
vivos colores, son los Esponsales de la Virgen, la Anunciación,
la Visitación, la Adoración de los pastores, la Circuncisión,
la Presentación y la Purificación, la Adoración de
los Reyes Magos, las virtudes Fe, Esperanza, Caridad y Religión,
la Coronación de la Virgen, los padres de la Iglesia, etc. Aunque
ha desaparecido el mobiliario y el muro de mediana altura que separaba
los coros de padres y hermanos (ubicado este último a los pies
del templo) y a pesar de que su estado de conservación no es bueno,
el templo todavía no ha perdido su belleza y solemnidad, pudiendo
apreciarse aquellas palabras escritas por Giovanni Leoncini, especialista
en arquitectura cartujana, cuando habla de la sensación que produce
la contemplación de una casa de los hijos de San Bruno: "Aunque
no se eleve el canto de los monjes, una iglesia cartujana será
siempre reconocible y no sólo por las características propias
de su estructura, sino por la atmósfera que allí reina,
que invade los vacíos asientos del coro, por simples o ricos que
sean, que sube hasta las bóvedas desnudas o cubiertas de decoraciones
y de frescos. Más todavía, el gran claustro, renacentista
o barroco, francés o italiano, con sus solemnes espacios, las largas
galerías, las celdas, el silencio, indicarán siempre que
nos hallamos en una cartuja".
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