El origen de la Orden Cartujana se remonta al año 1084, fecha en la que San Bruno, su fundador, y seis de sus apreciados amigos se instalaron en un apartado e inhóspito paraje, sito no muy lejos de la ciudad francesa de Grenoble, llamado Chartreuse. Fue en aquel lugar donde se puso en práctica por primera vez un modelo de vida monástica caracterizada por un rasgo particular, la exclusiva dedicación de sus monjes a la oración, al continuo diálogo con Dios en soledad, silencio y aislamiento, en un medio de absoluta pobreza acorde con los principios evangélicos.